¿Qué es la felicidad?
Obtendrás diferentes respuestas para esta pregunta dependiendo a quién preguntes. Si nos remitimos a la RAE:
- Estado de grata satisfacción espiritual y física.
- Satisfacción, placer, contento.
- Estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien.
Atendiendo a la Grecia clásica tenemos 3 perspectivas principales:
- Hedonismo: El placer da la felicidad.
- Epicureísmo: El placer da la felicidad y, sobretodo, la ausencia de dolor.
- Aristóteles: Propuso la vida contemplativa como la verdadera felicidad.

¿Existe la satisfacción incondicional?
¿Existe alguna felicidad que no requiera de que las circunstancias o el propio rendimiento sea favorable? ¿Existe la satisfacción incondicional? Creo que sí, se llama aceptación y de hecho, es probable que sea la única vía para lograr un bienestar y equilibrio real, estable, independiente, incondicional.
¿Es felicidad real cuando un caprichoso o vicioso obtiene al final su deseo o expectativa? Serán unos instantes de satisfacción y, al ser el deseo humano insaciable, siempre querrá más. Incluso el recuerdo de ese momento de satisfacción y el deseo de revivirlo constantemente traerá gran sufrimiento, ansiedad y frustración. El hedonismo trae instantes efímeros de euforia (una especie de falsa felicidad confundida) e insatisfacción y sufrimiento crónico, pues las circunstancias y el azar casi nunca se ajustan al deseo. Los placeres son imposibles de sentir o satisfacer de manera continua.
Por otro lado, mucha gente sufre porque el mundo no es como ellos quieren que sea. Mucha gente sufre porque la sociedad o la humanidad no se comporta como ellos quieren que se comporte. Podría ser debido a un complejo de superioridad moral o intelectual que probablemente esconda ese pensamiento caprichoso, infantil, pusilánime y con tendencias tiránicas.
Un requisito característico del epicureísmo para la felicidad es la ausencia de dolor. Como un hedonista pero lleno de miedos, el epicureísta además de pretender que le sonría la fortuna espera que la tragedia no toque a su puerta.
Trabajar y cuidar la salud sin depender de los resultados
Las acciones y decisiones individuales pueden acercar los deseos y en ocasiones evitar el dolor, y me parece un actuar natural, práctico y adecuado; pero realmente, el placer y el dolor van y vienen, son transitorios y la muchas de las veces su aparición o ausencia no dependen de nuestro comportamiento.

El trabajo recompensa y cuidarse reduce la probabilidad de algunos tipos de dolor, pero el resto de factores no están en nuestras manos.
Un bienestar satisfactorio, estable, continuo, incondicional e independiente de la circunstancia es la única felicidad que en mi opinión merece la pena. Otras perspectivas conllevan sufrimiento crónico y pequeñas satisfacciones efímeras y esporádicas.
Una persona idealista, caprichosa, infantil, débil y cobarde nunca será aspirante a esta felicidad estable y plena, pues ésta requiere fuerza (coraje, osadía, valor, determinación). Lograr una sincera aceptación de la realidad precisa consciencia y mucha fuerza.
Aceptar lo que venga y lo que no venga, lo que se vaya o se pierda. No depender de los resultados de nuestras acciones y esfuerzos ni de que las circunstancias se ajusten a nuestros ideales. No depender de que nuestras expectativas sobre la vida se cumplan, no depender de que nuestros deseos se cumplan. Si mis deseos llegan, perfecto, los disfrutaré; si no llegan, también perfecto, no los necesito.
Primero observación luego aceptación de lo observado
Aristóteles entiende que la vida contemplativa es la única vía de realización y verdadera felicidad, y ciertamente, sin contemplación (observación) no se puede discernir (distinguir, advertir). No se puede diferenciar lo que ocurre y sin esta percepción no puede haber aceptación pues para que algo sea aceptado debe ser reconocido primero.

La contemplación es para sabios, la aceptación es para sabios fuertes
Muchas personas evitan la contemplación o creen no tener tiempo para ella o la fortuna les sonríe temporalmente y creen no necesitarla, pues logran sus deseos y afortunadamente no conocen la desgracia.
La contemplación es una actitud sabia ante la vida. Quien no practique la observación y el autoestudio, de forma inconsciente, se imposibilita a sí mismo ese equilibrio y bienestar incondicional y duradero.
No obstante, el autoestudio puede ser un camino muy largo y confuso, lleno de pruebas y errores, requiere inteligencia y gran valentía. La mayoría de quienes se introducen en él, no llegarán a la verdadera aceptación.
La observación es un requisito para la aceptación, pero por sí sola no trae la felicidad, incluso fácilmente puede traer mayor sufrimiento al hacer conscientes nuestras miserias.
Esta aceptación es solo para fuertes y valientes, para quienes no temen ni a la muerte. Quien no esté listo para enfrentarse incluso a la muerte haría bien en no introducirse en el camino de la contemplación, pues probablemente aumentará su confusión y sufrimiento.

Muchos de quienes comienzan el camino de la observación se aterran y se indignan al reparar en el comportamiento e inconsciencia de la masa.
Es un camino para sabios, para quien busque la verdad. El necio, incapaz de responsabilizarse de su sentir o de reconocer sus errores, se centrará en criticar al resto y reafirmar sus creencias.
La contemplación te hace enfrentarte a tu realidad, y el caprichoso deberá dejar de pretender que el mundo se ajuste a su gusto. El infantil deberá hacerse responsable de lo que le ocurre y de lo que siente, dejando de culpar al resto de su realidad y dejando de ser emocionalmente dependiente de terceros. El idealista deberá renunciar a sus creencias y no exigir sus ilusiones para poder ver la realidad tal como es: real y no ideal (el mundo es tan maravilloso y brillante como cruel y macabro). El débil y cobarde deberá prepararse para la guerra pues la ley de la naturaleza lo predispone a la muerte o a la servidumbre al fuerte.
La naturaleza es maravillosa pero también es cruda: si te cruzas con un tigre, lo más probable es que te matará, porque es más fuerte que tú.
La felicidad es para los fuertes y sólo ellos lograrán la profunda aceptación que la felicidad requiere. La aceptación es para sabios, sólo ellos lograrán la sincera observación que la aceptación requiere.
Ser fuerte no es una opción, es una obligación.
Ser fuerte no es una herencia, es una decisión.