Toda la sesión de Yoga es una práctica de meditación y de relajación. Toda āsana debe ser equilibrada, armoniosa, asequible, firme, inmóvil pero sobretodo: atenta y suave.
Más allá de los momentos formales para la meditación o relajación, toda āsana es una meditación y una relajación, a pesar del posible esfuerzo, equilibrio o tirantez. De hecho, es a estos «sabores» de la postura a los que dirigimos la atención y donde tratamos de relajarnos y disfrutar.
En todas las posturas hay que mantener la atención despierta en el sentir, con la mirada y la atención quietas. A su vez, hay que evitar tensar la cara (ya sea apretando los dientes, el ceño fruncido etc), relajar los hombros y no activar músculos innecesarios para la postura actual.
Si la postura es de fuerza, tratar de «disfrutar» el pequeño sacrificio y sentirlo, asegurándote de no estar tensando o haciendo más fuerza de la necesaria. Si la postura es de estiramiento, lo suyo es meditar sobre las tensiones, es decir, observar el gusto de cómo las tensiones se van aliviando. Observa cómo cuanto más relajado estés en la postura, más curativa es la misma.
La atención y la relajación trabajan juntas, sin atención no se puede relajar. Difícilmente podremos darnos cuenta de que estamos apretando innecesariamente un músculo sin atenderlo. A su vez, sin enfocarnos hacia la relajación un ejercicio de atención se vuelve desagradable y fácilmente fracasará si se trabaja desde la tensión.
El cuerpo habla continuamente, lo más importante es escuchar el cuerpo en cada postura. La comunicación del cuerpo no es mediante palabras, conceptos o sonidos, no utiliza el canal ni el lenguaje del plano de la mente, pero podemos recibir dicha comunicación y entenderla de algún modo, y después, solemos darle forma en nuestra «realidad» al asociarla a conceptos y palabras en nuestra mente (ejercicio que es mejor hacer después de clase, ya que, aunque probablemente sea muy enriquecedor, te desconecta de la escucha).
El cuerpo se comunica en otro lenguaje y mediante un canal directo a la conciencia. Es más fácil distinguir verdades en el cuerpo que en la mente.
Tu cuerpo conoce todos los secretos del Yoga, te los está contando ahora mismo, los descubrirás en cuanto le escuches. La comunicación del cuerpo te conecta con el verdadero maestro.
Siddhasana y el resto de posturas sentadas con columna recta son las mejores para concentrarse, para observar la mente, y para limpiarla de pensamientos tóxicos. Por otro lado, Savasana es la mejor postura para acceder al sistema nervioso central y para la limpieza emocional. Es por esto que se utilizan estas posturas para los momentos formales de meditación y relajación respectivamente. Pero realmente toda āsana es una meditación y una relajación.